Cuando no sabés qué te pasa: el valor de no tener respuestas

Hay momentos en los que simplemente no sabemos. No sabemos por qué estamos tristes, por qué nos cuesta dormir, por qué sentimos que algo no encaja. No hay una causa clara, ni una historia que lo explique todo. Solo hay una sensación difusa, como una niebla interna que no se disipa.

Y eso también está bien.

🕯️ El mito de tenerlo todo claro

Vivimos en una cultura que premia las certezas. Tener un plan, una respuesta rápida, una narrativa coherente. Pero en terapia —y en la vida— muchas veces el primer paso no es entender, sino permitirnos no saber.

No saber puede ser incómodo. Nos confronta con nuestra vulnerabilidad. Pero también puede ser fértil. Porque en ese espacio incierto, algo nuevo puede empezar a gestarse.

🌱 La terapia como espacio para explorar sin apuro

En Mentes Agitadas, no venís a “arreglarte”. Venís a encontrarte. A veces con partes tuyas que habías dejado de lado. A veces con preguntas que no sabías que tenías. Y muchas veces, con silencios que también dicen.

No hace falta que llegues con todo resuelto. Acá no hay exigencias de claridad. Solo la invitación a que te escuches con honestidad, aunque no entiendas del todo lo que estás sintiendo.

🌈 No saber también es un lugar

Especialmente si creciste en entornos donde se esperaba que supieras quién eras, qué querías, cómo debías sentirte. En este espacio, no saber no es un problema: es un punto de partida.

Porque a veces, lo más valiente no es tener todas las respuestas, sino animarse a quedarse con la pregunta.

 

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