En mi trabajo como terapeuta Gestalt, especializado en sexualidad, cuerpo y
adicciones, acompaño a personas que quieren vivir con más conciencia, libertad y
presencia. Pero a veces, en ese recorrido, ocurre algo más. Algo que no se puede
explicar del todo con palabras, pero que se siente: un momento de claridad, de
conexión profunda, de sentido.
Ahí aparece lo transpersonal. Ese lugar donde el proceso no solo busca sanar heridas,
sino también abrirse a algo más grande: lo que nos trasciende, lo que nos une, lo que
nos da dirección interior.
¿Qué entendemos por “transpersonal”?
La psicología transpersonal reconoce que, además del yo biográfico (mi historia, mis
traumas, mis relaciones), hay una dimensión más amplia de la experiencia humana:
espiritual, trascendente, simbólica, energética.
No se trata de religión, dogma o creencias. Es más bien una apertura a lo que no se ve,
pero se intuye. A una inteligencia profunda que a veces se manifiesta en los sueños, en
el cuerpo, en un acto creativo, en una sincronicidad o en una experiencia emocional
que nos transforma.
Lo transpersonal en la terapia Gestalt
Aunque la Gestalt pone el foco en el aquí y ahora, no está reñida con lo transpersonal.
Todo lo contrario. Cuando alguien se conecta con su verdad interna, cuando recupera
su presencia, su respiración, su dignidad, algo sutil empieza a emerger.
En un grupo, esto se hace muy evidente: hay momentos de silencio que lo dicen todo,
gestos que conectan más allá de las palabras, experiencias que nos sacan del ego y nos
permiten sentirnos parte de algo mayor.
En la sexualidad, lo sagrado también puede habitar
En los procesos de sexualidad también puede haber una dimensión transpersonal.
Porque cuando el cuerpo se habita con conciencia, cuando el placer deja de ser solo
descarga y se convierte en presencia, algo cambia.
Hay quienes lo llaman energía vital, eros, espiritualidad encarnada. Para mí, es
simplemente recordar que el cuerpo no está separado del alma, y que el deseo
también puede ser un canal hacia la conexión, la expansión y el cuidado profundo.
En las adicciones: volver al centro
Muchas personas que atraviesan consumos problemáticos o compulsiones están, en el
fondo, buscando una experiencia de conexión. Solo que esa búsqueda muchas veces
se hace desde la urgencia, el vacío, la desconexión.
Una mirada transpersonal en el trabajo con adicciones no invalida lo conductual ni lo
emocional, pero suma una pregunta clave: ¿qué estás intentando recordar? ¿Qué
parte de vos quiere volver a casa?
Desde ahí, el acompañamiento puede incluir ritual, silencio, visualización, contacto con
la naturaleza o simplemente una escucha más abierta al misterio que cada persona
trae consigo.
Una terapia con alma
En Mentes Agitadas, mi propuesta no se limita a resolver síntomas o repetir técnicas.
Cada proceso es único. Y cuando aparece lo transpersonal, se trata de sostenerlo, de
honrarlo y de integrarlo sin forzarlo.
Porque al final, terapia también puede ser eso: un lugar donde no solo me sano, sino
donde me encuentro con algo más profundo en mí. Y ese encuentro —aunque a veces
sea breve o sutil— puede marcar toda la diferencia.
¿Quieres explorar esta dimensión en tu proceso terapéutico?
En los procesos individuales y grupales que ofrezco en Mentes Agitadas, hay espacio
para lo emocional, lo corporal, lo sexual… y también para lo transpersonal. Trabajo con
personas LGTBI+ que quieren habitarse más plenamente, con presencia y sentido.