No. Acompaño a cualquier persona que quiera trabajar desde una mirada abierta, respetuosa y libre de juicios.

Empezar puede dar miedo. Lo importante es que no hay obligación de compartir nada que no quieras. Vamos a tu ritmo, construyendo una relación de confianza con el tiempo.

Es totalmente natural. En terapia podemos explorar tus preguntas, inseguridades o contradicciones, sin necesidad de llegar a una etiqueta o conclusión cerrada.

No hay juicio. Nos enfocamos en entender qué función cumple ese uso en tu vida, desde dónde surge y qué necesitas realmente. Se trabaja desde lo humano y lo vivencial.

Claro. El chemsex puede ser vivido con euforia y también con dolor. La terapia te ofrece un espacio seguro para poner palabras a lo vivido, explorar los porqués, los efectos y cómo cuidarte mejor, sin vergüenza ni culpa.

Sí. Muchas personas viven con desconexión del placer por experiencias pasadas, educación o miedo. La terapia puede ser un espacio seguro para reconectar desde el cuerpo y desde lo que hoy es posible.

Es algo más común de lo que pensamos. Podemos trabajar desde el cuerpo con ejercicios suaves que te ayuden a recuperar la conexión, poco a poco y con cuidado.

Nos enfocamos en lo que sientes, en tus vínculos y en lo que se repite. No se trata de “quitar” la dependencia, sino de comprender qué lugar ocupa y cómo cuidarte.

El género puede influir en cómo nos relacionamos con el cuerpo, el placer y los roles. En terapia exploramos cómo tu identidad de género ha sido vivida, impuesta o limitada, y qué sentido tiene hoy para ti.

Por supuesto. Muchas personas sienten que no encajan en los modelos dominantes del ambiente gay. La terapia puede ayudarte a encontrar tu lugar, sin tener que cumplir con expectativas ajenas.

Es una realidad cada vez más común. En terapia podemos explorar qué función cumplen estas prácticas en tu vida, qué te aportan y qué te están quitando, sin juicio ni etiquetas. Se trata de entender tu vínculo con ellas y decidir desde la conciencia.